El Dr. Masaru Emoto en 1994, tuvo una idea genial: congelar y después fotografiar moléculas de agua que habían sido expuestas a diferentes vibraciones como músicas y cantos, palabras escritas, de manantiales de agua pura, de ríos en zonas con alta contaminación..., para ver si esas memorias permanecían registradas en el agua. No es algo nuevo, esto lo publicó hace ya algunos años en su libro Los mensajes del agua.
Son sorprendentes los cristales que forma el agua congelada expuesta a pensamientos positivos. Los pensamientos y las palabras internamente llevan consigo una energía que es capaz de transformar el ambiente y se materializa en estas estructuras. Las palabras tienen poder, un poder increíble. Las palabra sanan… y también matan. Las palabras ayudan u obstaculizan. Constituyen la mismísima materia de nuestra realidad. Por eso, cuando adquirimos consciencia de su verdadero significado, cuando descubrimos la diferencia entre el lenguaje positivo y negativo nuestra vida empieza a cambiar.
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